También se puede observar este comportamiento en cachorros que han sido aislados de sus compañeros de camada, se los han llevado a una casa nueva y de repente se les ha privado de los juegos típicos y divertidos de una cámara, con lo que se persiguen la cola buscando nuevas formas de estímulo. Si los dueños no les hacen el caso suficiente, los cachorros encontrarán difícil empezar un juego y en ese momento, la cola se convierte en el único compañero disponible. Esto no es malo en sí, siempre que sus vueltas no llegue a ser una obsesión compulsiva. Muchos cachorros solitarios lo hacen durante cierto tiempo y luego abandonan el hábito. Sólo cuando se persiguen la cola cuando ya son adultos, puede ser un indicativo de un mal ambiente para el perro y de unas necesidades muy serias de actividad social y de aventuras. Por suerte, normalmente esto se puede corregir simplemente cambiando la vida del animal.
La única excepción a esta regla es cuando un perro sufre de alguna incurable irritación en la zona de la cola, como glándulas anales inflamadas o un persistente dolor a causa de una cola mal cortada. Pero, en estos casos, lo normal es que se den unas respuestas más específicas, como arrastrar el trasero y mordisquear la cola.
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