domingo, 26 de marzo de 2017




Los perros son seres sociales y les gusta mucho explorar. Si se les priva de compañía, tanto canina como humana, o si se encuentra en un ambiente constreñido o monótono, pueden llegar a sufrir. El peor castigo mental para un perro es que le dejen solo y en un espacio bastante reducido donde nada cambia. Esto rara vez sucede con los perros domésticos, a no ser que tengan la desgracia de caer en manos de unos amos crueles. Pero los perros salvajes que se han metido en jaulas pequeñas, vacías y que han sido condenados a una pena de cadena perpetua de soledad ah mostrado con frecuencia el desarrollo de “tics” y acciones estereotipadas, como las de morderse las patas, la cola, retorcer el cuello y otros comportamientos obsesivos repetitivos muy preocupantes. A veces, estos “tics” se acentúan tanto que los perros se muerden a si mismos con fuerza y se producen seria heridas. Éste autocastigo que pudiera parecer destructivo, en realidad tiene el efecto de proporcionarle unos estímulos agudos en un mundo que se ha vuelto insoportable para ellos. Pues bien, el acto de perseguirse la cola es una forma típica de esta clase de conducta.



También se puede observar este comportamiento en cachorros que han sido aislados de sus compañeros de camada,  se los han llevado a una casa nueva y de repente se les ha privado de los juegos típicos y divertidos de una cámara, con lo que se persiguen la cola buscando nuevas formas de estímulo. Si los dueños no les hacen el caso suficiente, los cachorros encontrarán difícil empezar un juego y en ese momento, la cola se convierte en el único compañero disponible. Esto no es malo en sí, siempre que sus vueltas no llegue a ser una obsesión compulsiva. Muchos cachorros solitarios lo hacen durante cierto tiempo y luego abandonan el hábito. Sólo cuando se persiguen la cola cuando ya son adultos, puede ser un indicativo de un mal ambiente para el perro y de unas necesidades muy serias de actividad social y de aventuras. Por suerte, normalmente esto se puede corregir simplemente cambiando la vida del animal.
La única excepción a esta regla es cuando un perro sufre de alguna incurable irritación en la zona de la cola, como glándulas anales inflamadas o un persistente dolor a causa de una cola mal cortada. Pero, en estos casos, lo normal es que se den unas respuestas más específicas, como arrastrar el trasero y mordisquear la cola.

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